Obesidad infantil.
Marco Teórico.
ANTECEDENTES DEL TEMA.
Según
la Organización Mundial de la Salud (OMS) la obesidad y el sobrepeso han
alcanzado características de epidemia a nivel mundial. Más de mil millones de
personas adultas tienen sobrepeso y, de ellas, cerca de 300 millones son
obesas. Teniendo en cuenta que la población mundial es de más de 6.000 millones
de habitantes, nos encontramos con que, gran parte de los habitantes de los
“Países Desarrollados” sufren problemas relacionados con la obesidad y
sobrepeso, mientras la mitad de la población mundial, la que incluye a los
“Países Subdesarrollados” se muere víctima de la desnutrición.
Analizando la evolución de este fenómeno en nuestro país se puede
constatar que históricamente en México, el principal problema de salud
relacionado con la nutrición hasta principios y mediados del siglo pasado, era
la desnutrición,
así lo confirman los primeros antecedentes publicados en México que
hacen clara referencia a los padecimientos del hambre como problema médico epidemiológico.
Una evidencia de esto, es el artículo publicado por Patrón Correa en Yucatán (1908)
denominado “¿Qué es la culebrilla?”, haciendo referencia a una entidad
nosológica la cual Carrillo Gil demostró más tarde, que era equivalente clínicamente
al Kwashiorkor y se debía a una hipo alimentación cuantitativa
y cualitativa”. Tiempo después Federico Gómez (1946) en su artículo “Desnutrición”
reconoce que toda la diversidad de los Síndromes referidos anteriormente eran
grados de un mismo padecimiento de etiología variada y que actualmente se le
denomina Desnutrición. Nuevos estudios han documentado que en México, la desnutrición
continua siendo un problema de salud pública ya que se encuentra entre las primeras
cinco causas de mortalidad infantil, aunado a esto, otros trabajos revelan que
la obesidad en México, va en franco ascenso y muestran que los datos de
Argentina, Colombia junto con
México, registran que más de la mitad de su población tienen sobrepeso y
más del 15% son obesos, demostrando que esta tendencia se está acentuando entre
los niños. En Chile, Perú incluyendo México, la cifra es alarmante, ya que uno
de cada cuatro niños de 4 a 10 años de edad tiene sobrepeso o presenta obesidad.
Lo
Anterior se constata con los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición
que en 1988 se presentó, y en la cual se señalaban prevalencias de sobrepeso y obesidad
de 10.2% y 14.6% en las mujeres de edad reproductiva. Diez años más tarde, la Encuesta
Nacional de Nutrición de 1999, mostró datos del 30.6% y 21.2% respectivamente
para el mismo grupo. En la Encuesta Nacional de salud 2000 (ENSA-2000) registró
que en mujeres de 20 a 59 años, la prevalencia de sobrepeso y obesidad fue de
36.1% y 28.1% y en los hombres del mismo grupo etáreo de 40.9% y 18.6%.
Comparando estos datos con el contexto internacional se observó que la prevalencia
de sobrepeso y obesidad en mujeres de nuestro país, se encuentra entre las más
elevadas del mundo, siendo esto preocupante dada la estrecha relación de estas
condiciones
Con las enfermedades crónicas-degenerativas. Esta situación que
presenta nuestro país, se le ha relacionado con cambios demográficos. Antes la
población rural del país era del 75 al 80% del total y la urbana era solo del 20 al 25%.
Para la mitad del siglo XX estas condiciones se habían invertido y cuando mucho
el 20% de los habitantes del país actualmente viven en zonas rurales (transición
demográfica). Otros factores asociados son la adopción de estilos de vida poco
saludables y los acelerados procesos de urbanización en los últimos años,
coincidiendo con modificaciones con el periodo epidemiológico y de los
Patrones alimentarios; advirtiéndose que el incremento de la obesidad
tiende a desplazarse hacia los grupos con nivel socioeconómico bajo. Sin
embargo las características de la obesidad podrían ser diferentes entre los
individuos más
pobres y más ricos del mismo país, o entre los individuos más pobres o
más ricos de los países desarrollados o en desarrollo.
BASES TEÓRICAS
1. Aprendizaje a partir
de la experiencia. Considerando la necesidad de contar con
programas educativos participativos centrados en la vida práctica cotidiana y
la complejidad del problema de la mala alimentación, resulta necesario utilizar
un enfoque constructivista de la educación. Este enfoque se basa en la propia
experiencia y se construye sobre el conocimiento previo, creencias y actitudes
del que aprende, utilizando tres principios educativos:
• Al abordar un nuevo aprendizaje, se debe procurar movilizar los
conocimientos anteriores para interpretar la nueva situación.
• En una segunda etapa, se debe procurar que los participantes
tengan la oportunidad de reproducir la nueva experiencia que acaban de realizar
y repetirla, de modo que la adquisición se estabilice y automatice.
• En una tercera etapa, se procurará que los estudiantes utilicen
su nuevo poder en situaciones nuevas y diferentes del contexto inicial.
Se alcanza un aprendizaje significativo cuando se es capaz de
elaborar una representación personal sobre un objeto de la realidad o contenido
desde las experiencias, intereses y conocimientos previos, que presumiblemente
pueden dar cuenta de la novedad.
2. Clima social escolar
y familiar. La forma más segura para generar un clima social
escolar que permita el desarrollo personal de sus estudiantes, es la
consideración del contexto educativo en todos sus niveles, en especial dando la
importancia que merecen y resguardando los espacios de autoconocimiento y
autocuidado para sus docentes y equipos de trabajo de la escuela.
Entre los aspectos del contexto escolar que favorecen el bienestar
psicosocial de los docentes, cabe señalar: el reconocimiento de los logros, la
percepción de autoeficacia y el desarrollo de la creatividad, valorar sus
fortalezas y recursos propios y promover el autocuidado y calidad de vida.
Una forma de abordar el clima familiar desde las dinámicas
relacionadas con la alimentación se da desde la concepción de las competencias
parentales, consideradas como las capacidades prácticas que tienen los padres
para cuidar, proteger y educar a sus hijos, asegurándoles un
desarrollo sano a lo largo del ciclo vital (21). La familia proporciona el
entorno más importante de aprendizaje para el niño. Entre las habilidades de
organización doméstica de los padres, interrelacionadas con otras habilidades,
se encuentra la preparación regular de comidas saludables. Para el desarrollo
de estas habilidades se requiere, entre otros aspectos, contar con empatía y
vínculos afectivos sólidos, autoestima, autocuidado positivo, y capacidad de
participar en redes sociales y utilizando los recursos comunitarios para
desarrollar hábitos de alimentación saludable, en especial en situaciones de
vulnerabilidad social.
La imitación o modelaje es un aspecto indispensable del
aprendizaje, y en el proceso de adopción de un nuevo comportamiento, es clave
la presencia de modelos sociales adecuados. Resulta importante reconocer la
influencia positiva de conductas de los padres y educadores, como por ejemplo,
comer en forma tranquila en un ambiente grato, consumir alimentos saludables,
preparaciones sabrosas y presentadas en forma atractiva y a un bajo costo. Por
el contrario, debe evitarse comer en exceso, demasiado rápido, mantener
periodos largos de ayuno, no desayunar ni almorzar en el horario que
corresponde, ignorar señales internas de saciedad o apetencia y alimentarse en
un ambiente tenso, lo cual influye negativamente. Para fomentar un mayor control
de las propias conductas asociadas a la alimentación, ha probado su eficacia el
modelo de autorregulación, cuya premisa básica es que se llevan a cabo
distintos procesos cognitivos para el alcance de determinadas metas personales,
entre las cuales está la jerarquía de metas, la auto-conciencia y el auto-control.
3. Promoción de salud escolar y
determinantes sociales. Una escuela saludable es un centro educacional organizado
donde la comunidad educativa desarrolla conocimientos, habilidades, destrezas,
actitudes y responsabilidades respecto del cuidado de la salud (personal,
familiar y comunitaria), favoreciendo los factores protectores de la salud
(alimentación saludable y actividad física, entre otros) y atenuando los
factores de riesgo, con el fin de que cada niño construya un proyecto de vida
sano y feliz.
Entre los determinantes sociales de la salud relacionados con la
alimentación están el desarrollo infantil (educación, cuidados y protección);
la comida (cultura alimentaria, acceso y calidad de la oferta, regulación); la
exclusión social (trabajo, empleo y protección social de las familias) y otros
relacionados con la publicidad de "comida chatarra"; los horarios de
trabajo que impiden comer adecuadamente; el tiempo dedicado a ver televisión y
la experiencia pasada de los padres, como es el caso de quienes pasaron hambre
durante la crisis económica de los años 1982 al 1986 y que ahora quieren que la
historia no se repita con sus hijos.
Los elementos esenciales de la promoción de salud escolar son:
• Políticas escolares saludables, con inserción en el proyecto
educativo y en el currículo de contenidos y prácticas relacionados con el
desarrollo de hábitos y estilos de vida saludable (alimentación, actividad
física, tabaco, alcohol, desarrollo psicosocial, sexualidad, afectividad y
otros, según diagnóstico de la situación de cada escuela)
• Entorno físico sano y seguro, con infraestructura de apoyo para
la actividad física y deportiva, junto a una alimentación saludable, con
kioscos saludables y casinos donde se muestre información sobre los alimentos
que deben ser incluidos en una alimentación saludable.
• Ambiente social que favorezca una cultura positiva de la salud.
Bibliografía
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